La cárcel es un lugar inhóspito y frío, muy choqueante y hasta desagradable, tanto en sus espacios como su infraestructura, porque es un lugar muy antiguo y el hacinamiento se percibe en el ambiente. Los sectores donde habitan y duermen los internos son muy reducidos, viven en un lugar antihumano, muchas veces sin poder contemplar siquiera los ciclos naturales del sol y la luna. Para cualquier terapeuta, trabajar en una ambiente tan adverso presenta un gran desafío, ya que además de realizar su labor debe lidiar con una serie de conflictos en un lugar que nadie quiere estar.
Patricio Cerda es psicoterapeuta hace muchos años, además posee experiencia en Medicina Sintergética y en la aplicación de la terapia de Manos y Flores de Bach. Gracias a su cercanía con la Sintergética realiza, hace al menos diez años, un servicio desinteresado en hospitales públicos, entregando sus conocimientos y experiencia para el bienestar del prójimo, trabajando junto a otros voluntarios que se reúnen para acompañar a quienes más lo necesitan.
En sus comienzos trabajaron con pacientes del sector público, en hospitalescomo el Dr. Luis Calvo Mackenna, San José, Sotero del Río, Exequiel González Cortés, entre muchos otros. Durante estas jornadas de servicio llegó Bernardita, una de las tantas voluntarias que se sumó en esta tarea de compartir amor y sanación, quien además fuera religiosa y, según nos cuenta Patricio, poseedora de un gran espíritu de entrega.
Luego de la experiencia en los hospitales y por iniciativa propia, hace alrededor de ocho años Bernardita solicitó permiso para trabajar al interior de la cárcel, con el fin de entregar sus conocimientos en Medicina Sintergética y apoyar a los internos en lo que pudiese. Así empezó la difícil tarea de golpear las puertas en la cárcel; Patricio nos comenta: “Costó bastante, costó más de un año poder ingresar y que aceptaran a Bernardita; comenzó a trabajar sola, sin dejar de lado los grupos de servicio en los hospitales donde nos comentaba sobre su trabajo en la cárcel, pero en esos momentos nadie comprendía lo que significaba realmente”.
Los primeros acercamientos fueron en la cárcel de menores, después en la cárcel de mujeres y luego en la de hombres; se realizaron caravanas -dos veces por año- donde se reunieron alrededor de treinta personas en cada encuentro, generando un gran círculo de unión sanadora. Patricio y Bernardita trabajaron en la cárcel de mujeres durante dos años junto a otras voluntarias del grupo Chacana, labor muy compleja de llevar a cabo, porque el mayor interés de las mujeres privadas de libertad son sus hijos. Además, su interés esta puesto en aquellas actividades les den algún beneficio o ganar puntos por participar de las sesiones.
Poco a poco fue aumentando el número de visitas a la cárcel, y pasó de ser una vez por mes a cada quince días, para luego llegar a ir un día por semana; sikn embargo, Bernardita asistíados o tres veces por semana, acompañada en un primer momento por Fadul Abedrapo, especialista en Medicina Sintergética.
Finalmente y por las dificultades prácticas se dejó ese trabajo, en la cárcel de mujeres, pero Bernardita insistió en ir a la cárcel de hombres, donde los controles y revisiones para ingresar son mucho más estrictos e incómodos para cualquier visitante. Las realidades de los reclusos son muy distintas, está el interno al que van a visitar una o dos veces al mes, el que recibe visitas todas las semanas de parientes, hijos o esposas, y también está aquel interno que lleva años sin recibir visitas.
Patricio señala, “cuesta dimensionar esto, racionalmente todos lo entendemos, pero no tener la atención de alguien… cómo alguien no va a interesarse por ti, si cada uno se pusiera en el caso de no recibir la atención de tus familiares o amigos lo normal para cualquier ser humano es que te sientas muy mal, y cuando una persona lleva años al interior de la cárcel y no recibe visitas, es muy duro. Es sorprendente. Cuesta transmitir lo que ellos sienten”.
El trabajo más duro
Desde el cómo y dónde sentarse hasta la coordinación con los internos, se deben encargar los terapeutas voluntarios. Ya sea en invierno o verano el trabajo es contínuo, todos los días lunes y si es necesario, dos veces por semana se ingresa a la cárcel. La necesidad de mantener continuidad en las terapias es esencial a la hora de ganarse la confianza de los internos e imprescindible para la efectividad de los tratamientos.
En cuatro módulos y dos calles los terapeutas y voluntarios realizan su labor; en cada módulo hay alrededor de 340 internos, quienes viven en un espacio de tres por tres metros para cinco personas, encerrados desde las cinco de la tarde hasta las siete de la mañana, conviviendo cinco almas, cinco opiniones, cinco ánimos, cinco miedos, cinco frustraciones.
Hay algunos internos que les piden a sus hijos que no vayan, especialmente a sus hijas, porque el ingreso es demasiado invasivo, y así va pasando el tiempo y van perdiendo el contacto con sus hijos y familiares, “es duro, durísimo, muchos dicen que se sienten perseguidos, casi al borde del suicidio, es así de duro. Pero hay otros que logran reinventarse adentro y hacer algunas cosas, incluso algunos logran mantener una relación de pareja. La mayor aspiración de los internos es mantenerse vivos y cuerdos”, señala Patricio.
Asimismo nos cuenta que los reclusos son muy materialistas, en el sentido que viven apegados al mundo concreto y físico, entonces se complejiza la tarea del terapeuta que trabaja con Manos, por ejemplo, porque el interno no ve que exista un instrumento médico o que intervenga alguna herramienta material en el tratamiento; y mucho menos logra reconocer en su ser una parte energética y espiritual.
“Varias veces uno les habla o impone las manos, pero ellos siempre esperan que les hagan o den algo, porque están acostumbrados a los medicamentos, las gotitas o las agujas. Pero poco a poco empiezan a reconocer que hay algo que no está en la materia pero que existe, aparece el factor emocional y el amor por sus familias. Cuando les pregunto: ¿Dónde está el amor? ¿Puedes mostrame el amor? Ahí se dan cuenta que hay algo más allá de lo tangible”, asegura Patricio.
Conversando se llega a Roma
La actual modalidad de trabajo se llama “Conversatorio”, en estas reuniones se plantea una conversación informal entorno a distintas temáticas, por ejemplo sobre el amor, el perdón, la resilencia, etc. En cada sesión asisten de seis a diez internos conversando sobre distintos temas, a veces espontáneos y otras preparados, sin juzgar a nadie por su opinión porque se habla desde el alma y el espíritu, donde nadie se burla del otro. Algunos con lágrimas en sus ojos comparten sus experiencias y opiniones, yendo en contra de las leyes propias de la cárcel, ya que no está permitido llorar, no se puede, el que llora tiene miedo, es débil o “maricón” y corre el riesgo de que les hagan bulling.
Los internos casi siempre llegan con una actitud defensiva, por miedo a entregar información que los terapeutas puedan transmitir a Gendarmería. Pero cuando estas primeras barreras se rompen y se comienza a hablar desde el corazón, se puede llegar a cambiar la vida de las personas. Un interno comentó a Patricio: “Yo reconocí nuevamente el amor a través de ustedes, a través de Bernardita, desde hace ocho años que volví a entender el amor”. Estos cambios no se generan de la noche a la mañana, el tiempo es uno de los factores más trascendentales que permiten modificar consciencias y sentimientos.
Patricio nos señala que se debe tener mucho cuidado con los voluntarios que se quieren sumar en esta tarea, porque en algunos casos se puede perjudicar más que ayudar. “Muchos de los que van por primera vez ofrecen cosas a los internos, se comprometen y después nunca más vuelven; eso deja muy mal a los internos. Preferimos ser pocos, pero comprometidos… además tenemos que cuidar nuestro permiso de ingreso, para que nos renueven año a año la solicitud”.
Durante la primera hora de ingreso a la cárcel Patricio se encarga de hacer las sanaciones, los demás terapeutas tienen libertad para realizar otras actividades, todos deben llevar puesto su delantal blanco, porque que es la carta de presentación para ganarse el respeto de los reclusos y así poder ingresar en su mundo. Luego se inicia el Conversatorio, que más allá de ser una técnica médica, es la herramienta fundamental de interacción entre los seres humanos.
Hay internos que han enseñado a sus familias esta nueva forma de conversar, cambiando completamente su manera de comunicarse y establecer las relaciones, dejando así los conflictos en el pasado. Incluso hay internos que se han acercado al Reiki, gracias a las enseñanzas de Carmen Águila y Marisol Estay, y hoy practican esta técnica a distancia para sus familias, estableciendo un vínculo aún desde la cárcel.Otras voluntarias de mucha experiencia en Orientación Familiar, también han ayudado a mejorar las relaciones familiares de los internos.
La terapia no es sólo para los reclusos, ya que es una gran oportunidad para que los terapeutas y voluntarios afronten los propios miedos, las sombras y muchos aspectos que no se pueden trabajar en otro lugar que no sea el presidio. “Cada quien tiene su propio camino, pero en lo personal, en la cárcel se genera un aprendizaje constante para cuestionarse desde todo ámbito… político, religioso, mental. Te enfrentas a la persona, al Ser en sí, no hablas con el asesino, el traficante, el estafador… se te olvida, es al Ser al que uno se dirige y es muy bonito lograr ver y tratar a ese Ser por sobre todas las otras cosas. Es un aprendizaje que hay que vivirlo, porque todos entendemos intelectual y racionalmente qué es la cárcel, pero verlo y sentirlo es completamente distinto”.
Desde voluntarias profesoras, dentistas y hasta actrices, todas las profesiones y actividades caben en este servicio desinteresado que sólo implica escuchar y compartir amor. Finalmente Patricio nos dice: “Lo único que se necesita es un corazón grande y un par de oídos, eso es todo. La gente que tiene espíritu de servicio tiene el corazón grande para poder hacerlo y más allá de la técnica que se aplique lo principal es decir: ¿En qué podemos ayudar?”.
Si quieres ser parte de esta hermosa y gratificante iniciativa, debes considerar un tiempo durante todos los lunes de 13:30 a 16:30, sintiendo un compromiso interno y profundo que te impulse a ser parte de esta loable labor.
“Donde no hay amor, pon amor y sacarás amor “, San Juan de la Cruz.